#13-dic-2016 #mural #new-york-times
A principios del 2015, los científicos que monitoreaban imágenes satelitales en Global Forest Watch hicieron sonar la alarma sobre la destrucción de selvas tropicales en Indonesia.
Grupos ambientales se lanzaron al área en la Provincia de Kalimantan Occidental, en la iFsla de Borneo, y encontraron un yermo carbonizado: incendios que ardían lentamente, orangutanes expulsados de sus nidos, y señales de una extensa liberación de dióxido de carbono a la atmósfera.
“Prácticamente no quedaba selva”, dijo Karmele Llano Sánchez, directora del grupo de rescate de orangutanes de International Animal Rescue, organización sin fines de lucro. “Toda la selva se había quemado”.
Se apuntaba al Rajawali Group, un extenso conglomerado local conocido por sus vínculos con políticos poderosos como el Primer Ministro plagado de escándalos de Malasia. Pero menos conocido es cómo algunos de los bancos más grandes del mundo han ayudado a Rajawali —y otras potencias agrícolas globales— a expandir sus imperios de plantaciones.
El año antes de la tala de árboles en Kalimantan Occidental, la división de plantaciones de Rajawali obtuvo 235 millones de dólares en préstamos —fondos que la compañía indonesia usó para adquirir el control mayoritario de un socio y reforzar su tenencia de tierras— de bancos entre los que se contaban Credit Suisse y Bank of America, según un análisis de The New York Times de los datos de los préstamos.
El trato forma parte de al menos 43 mil millones de dólares en préstamos y seguros a empresas vinculadas con la deforestación y la quema de bosques tan sólo en el sureste de Asia, de acuerdo con Rainforest Action Network, con sede en California, la consultoría holandesa Profundo y la organización no gubernamental indonesia TuK Indonesia. Más de un tercio de eso proviene de bancos estadounidenses, europeos y japoneses. Esa cifra casi seguramente está incompleta porque no todo el financiamiento se hace público.
El dinero ayuda a un proceso que los científicos dicen destruye los ecosistemas, desplaza a comunidades indígenas y cubre la región cada año con un smog denso y asfixiante que se extiende desde Yakarta hasta Hong Kong.
La deforestación —y los incendios que frecuentemente la acompañan— también genera una décima parte de las emisiones del calentamiento global totales, lo cual hace que la pérdida forestal sea uno de los mayores contribuidores al calentamiento global, de acuerdo con la Unión de Científicos Preocupados.
“Destruir los bosques del mundo hace que combatir el cambio climático sea casi imposible”, dijo Andrew W. Mitchell, director ejecutivo del Global Canopy Programme, grupo pensante sobre la silvicultura. “El sector de las finanzas está realmente rezagado en desarrollar esa consciencia”.
Al financiar las plantaciones de aceite de palma de Rajawali, los bancos parecen haber violado sus propias políticas de sustentabilidad. En su política, Credit Suisse indica que no financiará ni aconsejará a compañías con operaciones en “selvas tropicales húmedas primarias” como las de Kalimantan Occidental. Bank of America afirma que no financiará proyectos comerciales que resulten en la tala de selvas tropicales húmedas primarias.
El trato del 2014 financió la incursión de Rajawali en el aceite de palma. La demanda por el aceite de palma se dispara a nivel mundial, impulsada por los ingresos al alza en mercados como China e India y el rechazo de estadounidenses y europeos de las grasas trans.
Las plantaciones de Rajawali han sido acusadas por grupos ambientales y laborales de deforestación y quema ilegal. Indonesia es uno de los productores de aceite de palma más grandes del mundo, y la pérdida forestal allí y en otras partes figura como uno de los mayores contribuidores al calentamiento global.
Sebastian Sharp, vocero de la división de plantaciones de Rajawali, reconoció que la quema y tala en los sitios forestales en Kalimantan Occidental podrían ser ilegales, pero dijo que comunidades locales que invadían sus propiedades y provocaban los incendios tenían la culpa.
Credit Suisse se negó a comentar sobre su trato con Rajawali. Un portavoz de Bank of America, Bill Halldin, dijo que las acusaciones más serias contra Rajawali se dieron tras el préstamo del 2014, en que el banco tuvo “un papel muy pequeño”.
Las preocupaciones climáticas se han puesto de relieve marcadamente por la inminente Presidencia de Donald J. Trump, que ha calificado al cambio climático como un engaño. Trump ha dicho que sacará a Estados Unidos del Acuerdo de París, un compromiso de 195 países de tomar medidas concretas para reducir las emisiones de carbono que calientan el planeta.
Las emisiones diarias de los incendios forestales de Indonesia el año pasado en ocasiones excedían las emisiones producidas por toda la actividad económica en EU. Un estudio reciente halló que los incendios causaron 100 mil muertes prematuras en el sureste de Asia. El Banco Mundial estima que los fuegos costaron 16 mil millones de dólares a la economía de Indonesia.
Rajawali originalmente operaba su negocio de plantaciones de palmas, Green Eagle Holdings, como una coinversión con el conglomerado francés Louis Dreyfus. Pero en el 2014, Rajawali tomó el primer paso para consolidar el negocio del aceite bajo su control e invertir en infraestructura nueva.
Sus préstamos de bancos occidentales eran críticos. En enero del 2014, Green Eagle atrajo un préstamo de 120 millones de dólares de un grupo de prestamistas dirigido por ABN Amro. En julio de ese año, consiguió 235 millones de dólares de un grupo dirigido por Credit Suisse. Bank of America participó en ese préstamo.
El financiamiento permitió que Green Eagle adquiriera el control mayoritario de Louis Dreyfus. En noviembre del 2014, Green Eagle se fusionó con otro operador de plantaciones, BW Plantation; Rajawali es el accionista mayoritario de la compañía resultante, Eagle High Plantations.
Los bancos emitieron esos préstamos mientras Rajawali era acusado de la destrucción extensiva de bosques y turberas, la quema ilegal y el uso de mano de obra infantil. Organizaciones de los derechos humanos han reportado que niños desde los 6 años trabajan para apoyar a sus padres en otra plantación controlada por Rajawali en la Provincia de Papúa.
Los rescates de orangutanes continúan. El mundo ha perdido el 60 por ciento de su población de orangutanes de Borneo desde 1950, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. En julio, el orangután de Borneo fue clasificado como en peligro crítico de extinción.
En septiembre, la división de plantaciones de Rajawali obtuvo un préstamo de 192 millones de dólares de Bank Negara Indonesia, un banco paraestatal, para duplicar la capacidad de refinerías de aceite de palma en Papúa y Kalimantan Occidental.
Las políticas de sustentabilidad de Bank Negara Indonesia dicen que sus clientes deben adoptar “estándares ambientales, sociales y de gobernanza mínimos”. El banco no respondió a peticiones de comentarios.